¿Cómo la edad gestacional prematura puede influir en el desarrollo cognitivo, motor y emocional de los niños?
Fuente:
Risk of Developmental Disorders in Children Born at 32 to 38 Weeks’ Gestation: A Meta-Analysis
Riesgo neurológico en el niño de mediano riesgo neonatal
Existe una relación clara y establecida entre el parto prematuro y el riesgo de problemas en el neurodesarrollo, o desarrollo neurológico. La gravedad de estos problemas está directamente relacionada con la edad gestacional al nacer: cuanto menor sea la edad gestacional, mayor será el riesgo de complicaciones.
Pero ¿Qué es un bebé prematuro?
Un bebé que haya nacido antes de las 37 semanas completas de gestación es considerado un bebé prematuro. Se considera un embarazo normal cuando va desde las 38 semanas hasta las 42 semanas de gestación.
Existen muchas maneras de calcular la edad gestacional, pero prevalece siempre la que se evidencie en el desarrollo del bebé.
- La primera forma de calcular edad gestacional es por fecha de última menstruación, con ella podemos determinar el inicio del desarrollo del feto y así poder correlacionar con la edad gestacional que evidenciamos en el feto o en el bebé y poder establecer si está creciendo adecuadamente.
- Antes del nacimiento, en los controles durante el embarazo con ecografías se puede medir el tamaño de la cabeza, abdomen y fémur del bebé, con lo que el médico determina su crecimiento en relación a la semana gestacional.
- Después del nacimiento, la edad gestacional se puede medir observando al bebé mediante clasificaciones que abarcan parámetros como peso, la talla, el perímetro cefálico, signos vitales, reflejos, tono muscular, postura, y el estado de la piel y del cabello y se establece la edad gestacional final.
Si la edad gestacional después del nacimiento se correlaciona a la edad calendario correspondiente a las semanas de embarazo podemos decir que es un bebé adecuado o apropiado a la edad gestacional (AEG). Cuando los parámetros de desarrollo son menores de los estipulados o poseen tasas más bajas se considera pequeño para la edad gestacional.
Algunas causas de trastornos del neurodesarrollo son:
- Enfermedades genéticas.
- Enfermedades metabólicas hereditarias.
- Anomalías cromosómicas.
- Embarazo múltiple (gemelos, trillizos o más).
- Placenta anormal.
- Presión arterial alta (preeclampsia).
Los recién nacidos prematuros tienen cerebros inmaduros y órganos en desarrollo, lo que los hace más susceptibles a las lesiones cerebrales y a las dificultades para adaptarse a la vida fuera del útero. Algunos de los problemas de desarrollo neurológico más comunes asociados a la prematuridad incluyen:
- Retrasos en el desarrollo psicomotor: Los bebés prematuros pueden tardar más en alcanzar los hitos del desarrollo típicos, como sentarse, gatear y caminar.
- Problemas de aprendizaje y atención: Los niños prematuros pueden tener dificultades para concentrarse, aprender y recordar información.
- Problemas de visión y audición: Los bebés prematuros tienen un mayor riesgo de padecer problemas de visión y audición.
- Parálisis cerebral: La parálisis cerebral es una condición que afecta el movimiento y la coordinación muscular. Es más común en los bebés prematuros, especialmente los que nacen muy prematuros.
La investigación sugiere que el parto prematuro tardío (entre las 34 y las 37 semanas de gestación) también puede conllevar riesgos para el desarrollo neurológico, aunque estos riesgos son generalmente menores que los de los bebés prematuros extremos.
Las causas exactas de los problemas de desarrollo neurológico en los bebés prematuros no se comprenden de manera completa, pero se cree que son multifactoriales. Algunos de los factores de riesgo incluyen:
- Infecciones durante el embarazo o el parto.
- Problemas de salud materna, como la diabetes, hipotiroidismo o la hipertensión.
- Exposición a toxinas, como el humo del tabaco o las drogas.
- Nacimiento múltiple.
El hipotiroidismo congénito es una insuficiencia debido a la ausencia parcial o total de la glándula tiroides o a la falta de la acción de dichas hormonas durante la vida intrauterina del feto. Lo cual afecta notablemente el desarrollo del sistema nervioso central y esquelético del feto. Tiene una alta tasa de prevalencia 1 de cada 4000 nacidos vivos y es la causa más común prevenible que afecta al feto.
En los casos de diabetes gestacional, suelen ser niños macrosómicos, es decir niños grandes para su edad gestacional pero que por la alteración metabólica presente y su tamaño presentan mayor probabilidad de traumatismos obstétricos en el canal de parto, hipoglucemia, hipocalcemia e hipomagnesemia que pueden ocasionar letargia, convulsiones, apneas, shock e inclusive coma.
Las infecciones prenatales son afecciones que afectan al feto en proporciones diferentes que dependen del agente etiológico, y la mayoría de las afecciones hacen peso sobre el sistema nervioso como encefalitis, meningitis o meningoencefalitis. Estudios han reportado que algunos han presentado hasta un 30% de calcificaciones intracraneales a largo plazo cuando el agente etiológico es por invasión parasitaria.
Otras de las repercusiones es la microcefalia, hidrocefalia, coriorretinitis en hasta un 70% de los casos de infecciones en el primer trimestre por Toxoplasma gondii con graves secuelas en el neurodesarrollo del bebé.
La sífilis en su forma congénita afecta a 1 de cada 10 nacidos vivos, como consecuencia tendremos un bebé prematuro con restricción y/o retraso en el crecimiento intrauterino, síndrome nefrótico, neumonías, hepatoesplenomegalia, conjuntivitis, adenomegalias y anemia hemolítica. Esto no es inmediato al nacimiento se expresa a lo largo de las semanas a meses de nacer, y algunos síntomas pueden observarse de manera progresiva incluso a los 2 años de vida.
Otra de las infecciones que afecta enormemente es el VIH/SIDA cuando los niños son infectados, perjudicando entre el 15 al 25% de los niños con lesiones a nivel del sistema nervioso central afectando habilidades motoras, de integración viso-motora y percepción viso-espacial y, en menor grado, del lenguaje.
La asfixia perinatal es una de las principales causas de morbilidad y mortalidad perinatales. La lesión cerebral por asfixia perinatal se debe a la hipoxia e isquemia cerebral que finalmente llevan a disfunción cerebral y muerte neuronal. Su incidencia varía con la edad gestacional, siendo en el recién nacido a término de 0.5%, mientras que en el recién nacido de menos de 30 semanas la cifra se eleva a 50%. Las manifestaciones a largo plazo se presentan como secuelas motoras (con diversas formas de parálisis cerebral), cognitivas, epilepsia y déficits neurosensoriales. También la intensidad y duración de la sintomatología clínica tienen valor pronóstico, principalmente si se presentaron convulsiones o coma.
Retardo en el crecimiento Intrauterino
El Retardo del crecimiento intrauterino es otra de las condiciones adversas durante la vida fetal que ha sido relacionada con cambios estructurales y funcionales en el neurodesarrollo desde el período neonatal hasta la adolescencia. Los niños con retardo del crecimiento intrauterino suelen presentar asfixia perinatal, aspiración de meconio, hipocalcemia, hipotermia, policitemia, malformaciones congénitas e infecciones.
Además de la morbilidad neonatal, el retardo puede producir alteraciones del desarrollo neuropsíquico; tanto el simétrico como el asimétrico puede alterar el neurodesarrollo. En general, existe peor pronóstico en los casos de retardo del crecimiento intrauterino simétrico, ligado a injurias durante la gestación temprana.
Sin embargo, muchos eventos asociados con el neurodesarrollo ocurren en la gestación tardía. Entre estos se incluyen: proliferación glial, migración neuronal, diferenciación y organización cortical y conectividad entre distintas estructuras cerebrales. Así, los neonatos con retardo del crecimiento intrauterino pueden presentar tanto secuelas sutiles o bien anormalidades más importantes del neurodesarrollo.
Los problemas más observados en estos niños incluyen tanto disfunciones de la motricidad fina y gruesa, del comportamiento individual (déficit de atención, hiperactividad) y social, y a nivel cognitivo. Al respecto se ha informado que niños de edad escolar, nacidos pequeños para la edad gestacional con retardo del crecimiento intrauterino moderado, tuvieron mayor riesgo de dificultad cognitiva y del comportamiento que los adecuados para la edad gestacional.
Por lo que la relación entre la función cognitiva y el retardo del crecimiento intrauterino también ha sido estudiada en adultos nacidos con dicho retardo, que alcanzaron puntuaciones IQ significativamente menores que sus pares sin retardo del crecimiento intrauterino.
Afortunadamente, la mayoría de los bebés prematuros se desarrollan con normalidad y alcanzan los mismos hitos del desarrollo que los bebés nacidos a término. Sin embargo, algunos bebés prematuros pueden necesitar terapia del desarrollo, educación especial u otros servicios de apoyo para ayudarles a alcanzar su pleno potencial.
La intervención temprana es fundamental para los bebés prematuros con riesgo de problemas de desarrollo neurológico. Los programas de intervención temprana pueden ayudar a los bebés a desarrollar sus habilidades motoras, cognitivas, del lenguaje y sociales.
Si tienes un bebé prematuro, es importante hablar con el pediatra acerca de los riesgos de problemas de desarrollo neurológico y de las opciones de intervención temprana.
La relación entre la edad gestacional prematura y el riesgo en el neurodesarrollo es un tema complejo y multifacético que ha sido objeto de estudio e investigación en el campo de la medicina y la salud pública. La prematuridad, definida como el nacimiento antes de las 37 semanas de gestación, es un factor de riesgo conocido para una amplia gama de complicaciones de salud, incluido el neurodesarrollo.
La prematuridad puede ser causada por una variedad de factores, incluidos los problemas de salud materna, la genética, el estrés, la exposición a toxinas ambientales y la falta de acceso a la atención médica adecuada. Estos factores pueden contribuir a un parto prematuro y, en consecuencia, aumentar el riesgo de complicaciones para el bebé, incluido el neurodesarrollo.
El neurodesarrollo se refiere al proceso mediante el cual el sistema nervioso se desarrolla y madura, incluyendo la formación de estructuras cerebrales, conexiones neuronales y funciones cognitivas. La prematuridad puede interferir con este proceso, ya que el cerebro del bebé puede no haber tenido el tiempo suficiente para desarrollarse completamente en el útero. Esto puede llevar a una serie de problemas de salud a corto y largo plazo, que pueden afectar el desarrollo cognitivo, motor y emocional del niño.
Numerosos estudios han demostrado que los niños nacidos prematuramente tienen un mayor riesgo de presentar problemas en el neurodesarrollo en comparación con los niños nacidos a término. Estos problemas pueden incluir retrasos en el desarrollo cognitivo, dificultades de aprendizaje, trastornos del espectro autista, trastornos del déficit de atención e hiperactividad (TDAH), parálisis cerebral y problemas de comportamiento. Además, la prematuridad también se ha asociado con un mayor riesgo de desarrollar trastornos psiquiátricos en la edad adulta, como la depresión y la ansiedad.
La relación entre la prematuridad y el riesgo en el neurodesarrollo puede estar influenciada por una serie de factores, que incluyen tanto los factores biológicos como los ambientales. Los factores biológicos pueden incluir la inmadurez del sistema nervioso central, la exposición a condiciones adversas en el útero y la necesidad de intervenciones médicas intensivas después del nacimiento. Los factores ambientales pueden incluir la calidad de la atención médica neonatal, el entorno familiar y social, y el acceso a recursos y apoyo adecuados.
Además, la prematuridad puede tener un impacto significativo en la calidad de vida de los niños y sus familias. Los padres de niños prematuros a menudo enfrentan desafíos emocionales, financieros y logísticos, ya que deben lidiar con las demandas de atención médica intensiva, las preocupaciones sobre el desarrollo de sus hijos y la necesidad de equilibrar el cuidado de un niño prematuro con otras responsabilidades familiares y laborales.
A pesar de estos desafíos, es importante destacar que no todos los niños prematuros experimentan problemas en el neurodesarrollo. Muchos niños prematuros se desarrollan sin problemas significativos y llevan vidas saludables y productivas. Sin embargo, es crucial comprender los factores de riesgo y las posibles consecuencias de la prematuridad para identificar a aquellos niños que podrían necesitar apoyo adicional y servicios de intervención temprana.
En términos de intervención y prevención, existen varias estrategias que pueden ayudar a mitigar el riesgo de problemas en el neurodesarrollo en niños prematuros. Estas estrategias pueden incluir la mejora de la atención prenatal para reducir el riesgo de parto prematuro, el desarrollo de programas de atención neonatal de alta calidad, el acceso a servicios de intervención temprana para niños prematuros y el apoyo continuo para las familias de niños prematuros.
La investigación continua en este campo es fundamental para comprender mejor los mecanismos subyacentes que vinculan la prematuridad con el riesgo en el neurodesarrollo, así como para desarrollar intervenciones efectivas que puedan mejorar los resultados para los niños prematuros y sus familias.
Dado el carácter multifactorial del retraso del desarrollo es necesario identificar aquellos factores posibles de intervención. Es bien conocida la necesidad de realizar cuidados prenatales de carácter preventivo, a través del seguimiento adecuado del embarazo por parte del equipo de salud, pero también se trabaja cada vez más en relación con los cuidados del niño una vez ingresado en la Unidad de Cuidado Intensivo Neonatal, mediante los llamados «cuidados centrados en el desarrollo», cuyo objetivo principal es la protección del cerebro.
Entonces el neonato de riesgo neurológico es definido como «aquel niño que por sus antecedentes pre, peri o postnatales tiene mayor probabilidad de manifestar problemas de desarrollo cognitivos, motores, sensoriales o de comportamiento en los primeros años de vida, pudiendo ser transitorios o definitivos«.
Presentan inicialmente un daño cerebral inaparente, con un período libre de síntomas que dependerá de los medios tecnológicos para detectarlos, seguido eventualmente de una o varias manifestaciones clínicas.
Los niños que finalmente desarrollan síntomas pueden presentar dos tipos de secuelas neurológicas: aquellas que se expresan en el primer año de vida y que pueden ser leves, moderadas o graves; y otras más tardías, que se detectan en la edad escolar. Este último grupo se caracteriza generalmente por dificultades en el aprendizaje escolar, trastornos en la conducta, torpeza motriz, retraso del lenguaje o problemas en la adaptación social.
Estas características más de tipo «cualitativo» se expresan fenotípicamente en una escala continua, donde los trastornos del neurodesarrollo se ubican en un espectro que transcurre de la normalidad a la patología. Será necesario entonces el seguimiento de estos neonatos desde el punto de vista del neurodesarrollo, que como se mencionó comienza en un primer nivel con la pesquisa del neurodesarrollo mediante diferentes escalas por parte del pediatra.
Una vez realizada la pesquisa será necesario derivar al niño con resultados positivos a un especialista para su diagnóstico de certeza y para iniciar el tratamiento correspondiente. Eventualmente, el desarrollo ulterior del niño requerirá considerar otros factores que han sido reconocidos como protectores o estimulantes del desarrollo infantil, como por ejemplo la promoción de la lactancia materna, la alimentación adecuada, la educación materna y la estimulación temprana, entre otros.
La relación entre la prematuridad y el riesgo en el neurodesarrollo es un área compleja y multidisciplinaria que requiere una comprensión profunda de los factores biológicos, ambientales y sociales que influyen en el desarrollo de los niños prematuros. A través de la investigación, la educación y la atención médica de calidad, es posible mitigar los riesgos asociados con la prematuridad y mejorar los resultados para los niños que nacen prematuramente.
Es de suma importancia el incremento de los controles prenatales, la reducción de los nacimientos pretérmino y del parto por cesárea parecen ser de fundamental importancia en este periodo. Luego del parto es necesario controlar los factores de riesgo neurológico, extremando los cuidados del neonato en la Unidad de Cuidados Intensivos Neonatales, en especial para aquel grupo de niños con trastornos inaparentes como los neonatos de mediano riesgo.
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