Te contamos su experiencia y la de sus padres en este viaje.
“Este lunes teníamos la primera sesión de inmunoglobulinas subcutáneas para el tratamiento de mi hijo Juan, la noche anterior estábamos contentos por poder iniciar este tratamiento pero un poco nerviosos por cómo iría el día, en el fondo aparecía ese pensamiento negativo que algo iría mal, que sería un día complicado, desastroso por el viaje, o que no se dejaría hacer el tratamiento.. Pensábamos que algo fallaría.
Mi hijo tiene autismo moderado, tiene 5 años, es no verbal, los cambios de rutina no siempre los lleva bien.
Para hacer el tratamiento teníamos que ir con el coche hasta la estación, coger un tren durante más de dos horas y una vez en la ciudad ir en taxi hasta la clínica, toda una aventura nueva para Juan, la verdad que pensábamos que sería un desastre, pero todo lo contrario, le encantó ir en tren, estuvo muy tranquilo todo el viaje mirando el paisaje por la ventana, comió un poquito y miró los dibujos, todo perfecto.
Una vez en la clínica, tocó esperar hasta la llegada de los profesionales. El niño seguía muy tranquilo, los padres no tanto, rezando y cruzando los dedos para que todo fuera bien.
El tratamiento con inmunoglobulinas
Una vez la enfermera preparó el material para las inyecciones tocó sujetar a Juan pues había que hacerle un par de pinchazos en la barriga para hacer la infusión de las inmunoglobulinas.
Fue un momento de tensión pues había que sujetarle de los brazos para poderlo pinchar pero sin más, cuando nos dimos cuenta ya llevaba los dos tubitos en la barriga y el medicamento iba entrando.
El niño estaba tranquilo mirando los dibujitos de pie con su tablet.
Cuando llevábamos unos 10 minutos Juan se tocó una de las vías y la enfermera tuvo que parar para volver a colocar bien el material, fue un momento de nervios pero otra vez cuando nos volvimos a dar cuenta ya volvía estar todo en su sitio y siguiendo con la infusión.
Esta vez estuvimos un poco más alerta cuando se ponía las manos en la barriga se las cogíamos para evitar que se lo arrancara y todo controlado, Juan seguía tranquilo mirando los dibujitos en su tablet y para cuando nos dimos cuenta, en menos de una hora, ya habíamos terminado.
En ese momento sentimos mucho alivio de haber podido realizar con éxito la primera sesión. Con mi mujer nos miramos y sonriendo nos dijimos “pues no ha sido para tanto”.
De vuelta a casa, en el tren Juan se comportó súper bien, para ser que le habíamos realizado tantos cambios de rutina de no haber hecho su siesta diaria y para haber aguantado casi una hora con el tratamiento, la verdad que lo último que nos esperábamos es que fuera bien en el viaje de vuelta.. la verdad es que salió todo de maravilla.
Para la próxima sesión seguro que iremos más tranquilos y volverá a ir todo igual de bien.”
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Recuerda, en Enevia creemos que ninguna persona debería tener el diagnóstico de autismo sin antes haber descartado problemas orgánicos.
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